FILOSOFÍA
DE LA EDUCACIÓN. UN COMPONENTE NECESARIO EN EL PROCESO FORMATIVO
E
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n la actualidad existe una marcada
tendencia a señalar el conjunto de problemáticas que influye en el acontecer
educativo: brechas sociales y digitales, la crisis de valores, formación de un ser humano
integrado sólo por mete y cuerpo, las relaciones de convivencias que prevalece
en el proceso de enseñanza aprendizaje, entre muchos otros, cada uno determina de una u otra manera el éxito de la educación del siglo XXI.
Ahora bien, partiendo de la filosofía considerada “amor a la sabiduría”,
dentro del marco educativo y pedagógico, este campo del saber debe ser
considerada un componente determinante de la formación del docente denominado
formación filosófica, puesto que aun prevalece el modelo
tecnocrático en la educación. Esto indirectamente está generando una escasa formación
filosófica en la educación de los profesionales, en especial en la carrera de
las ciencias de la educación.
En este orden de ideas, la educación debe entenderse como una acción
eminentemente humana, que establece y produce vínculos humanos, llevada a cabo
en la cotidianeidad de las vidas, que presenta una potencialidad transformadora
de la vida social. Según Fullat (1987), la educación es una actividad compleja, en la que intervienen acciones, ideas, sentimientos, personas, objetos, instituciones e incluso bioquímica. La complejidad de los fenómenos educacionales hace tan difícil su
estudio que ha sido necesario recurrir a la creación de modelos. Los modelos que
quieren entender lo educador a base de una epistemologia integracionista
y globalizadora, se ven forzados a relacionar los aspectos biopsíquicos con los socioculturales a fin de obtener
un conocimiento integral del acto educante.
Así, el sistema educador esta estructurado por los subsistemas psicobiológico, sociohistórico y axiofilosófico. Tanto los subsistemas como el sistema son realidades móviles que obligan a modificar constantemente los modelos. Los modelos de la Filosofia de la Educación procuran abrazar globalmente los tres subsistemas antropológicos.
Así, el sistema educador esta estructurado por los subsistemas psicobiológico, sociohistórico y axiofilosófico. Tanto los subsistemas como el sistema son realidades móviles que obligan a modificar constantemente los modelos. Los modelos de la Filosofia de la Educación procuran abrazar globalmente los tres subsistemas antropológicos.
En este sentido, el saber filosófico, en ideas de Fullat (1987), concebido
como un modo de pensamiento lógico-reflexivo que no admite dogmatismos hace
posible examinar las razones que justifican y han justificado las prácticas
educativas en diferentes modalidades así como en los contextos, permitiendo
comprender que las opciones ideológicas y epistemológicas conllevan un
posicionamiento ético-político.
En tal sentido, es preciso reflexionar acerca de cuál es el papel que
tiene la filosofía en el acontecer educativo actual. Es aquí donde las ciencias
de la educación pueden contribuir al cambio de un paradigma mecanicista a otro
integral, holístico de la formación del ser humano, para resaltar que el hombre
es una triada conformada por espíritu, alma y cuerpo.
Cabe destacar entonces ciertas premisas acerca del papel de la filosofía
en el acontecer educativo actual, formulando las siguientes interrogantes:
¿Cuál es el papel que juega la filosofía en relación al acontecer educativo
actual? ¿Le ha dado la filosofía instrumentos a la educación para promocionar
la formación del ser humano, integrado por espíritu, alma y cuerpo? ¿En este
nuevo paradigma holístico de la formación del ser humano, cuál es la acción de
la filosofía y la educación?
Al tomar en cuenta estas premisas es preciso resaltar en este estudio, el
papel de la filosofía en la educación, estructurándolo en aspectos como: la
filosofía y su relación con la formación holística del ser humano, con la
bioética y la educación.
En el acontecer educativo actual la Pedagogía , cuyo objeto de estudio es la
educación, debe ser considerada una ciencia fundamentalmente filosófica y que
su propósito es la “formación”, es decir en palabras de Hegel Georg Wilhelm
Friedrich (1770-1831), de aquel proceso en donde el sujeto pasa de una
«conciencia en sí» a una «conciencia para sí», donde reconoce el lugar que
ocupa en el mundo y se reconoce como constructor y transformador de éste.
El ser humano, según lo señala Silva-Silva (2010), es una trinidad
conformada por espíritu (soplo divino) alma (donde reposa el intelecto, el
afecto y la voluntad) y el cuerpo. Cada uno de estos componentes deben ser
considerados en el que hacer educativo, lamentablemente, la educación actual
sólo se ha enfrascado a desarrollar uno de los componentes del alma como lo es
el intelecto, y el cuerpo por considerar que el sujeto de aprendizaje es un ser
humano.
El proceso educativo sólo considera la hombre como una dualidad tal como
lo señala Platón y Aristóteles, pues se toma en cuenta la mente y el cuerpo,
dejando de lado el alma, el espíritu, existe un desorden, manifestado a través
de los diferentes conflictos sociales, morales, educativos, entre otros,
evidenciándose solo el aspecto cognitivo como elemento determinante del proceso
de formación.
Tomando en consideración los pilares de la educación propuestas por
Jacques Delors (1996), en su informe a la UNESCO de la comisión internacional sobre la Educación para el siglo
XXI, donde se señala que debe estructurarse
en torno a cuatro aprendizajes (aprender a conocer, aprender a hacer,
aprender a convivir y aprender a ser), la educación debe desarrollar una
enseñanza que no sólo aborde el aprender a conocer y el aprender a hacer; sino
también los otros dos pilares de la educación del siglo XXI, como lo son el
aprender a vivir juntos y con los demás y aprender a ser, de ahí el cultivo de
la trinidad del ser humano.
En razón de lo anterior, con
el propósito de cultivar el espíritu, el alma y el cuerpo; surge la
bioética, una
disciplina relativamente nueva, cuyo origen del término corresponde al pastor
protestante, teólogo, filósofo y educador alemán Fritz Jahr, quien en 1927
señala la relación ética del ser humano con las plantas y los animales. Esta
rama de la ética, se dedica a proveer los principios para la correcta conducta
humana respecto a la vida, tanto de la vida humana como de la vida no humana
(animal y vegetal), así como al ambiente en el que pueden darse condiciones
aceptables para la vida, por ello, la concepción de Ser Humano que debe
orientar el proceso de formación en la actualidad debe considerar al Hombre
como Ser Bio-Psico-Social-Espirtual y ambientalista.
El hombre como ser bio-psico-social-espiritual y ambientalista, es un
ser vivo con un organismo complejo y con una mentalidad muy compleja basada en
muchos aspectos (valores, conciencia, ética, motivaciones, deseos,
personalidad, entre otros), los cuales le permiten estar en una organización
social (familia, amistades, comunidad, municipio, nación, grupos sociales, entre
otros) y comportarse de acuerdo sus intereses psicológicos y a los limites que
le presente su cuerpo y su aprendizaje.
Ahora bien, los principios que rigen esta concepción parten de los
supuestos bioéticos establecido por T. L. Beauchamp y J. F. Childress en 1979,
como lo son: autonomía (capacidad para darse normas o reglas a uno mismo
sin influencia de presiones externas o internas), no maleficencia (abstenerse
intencionadamente de realizar acciones que puedan causar daño o perjudicar a
otros), beneficencia (obligación de actuar en beneficio de otros,
promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo prejuicios) y justicia (tratar
a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las situaciones de
desigualdad: ideológica, social, cultural, económica, entre otros), deben ser tomados
en consideración en la formación del ser humano que se busca lograr en la
educación del siglo XXI.
En este orden de ideas, la educación debe ser analizada desde una
perspectiva diferente, asumiendo que ésta puede contribuir con la formación de
ciudadanos capaces de modificar las relaciones sociales existentes, por lo que
es posible plantearse una opción de cambio en la institución educativa. Desde
esta mirada, la paz debe considerarse como una opción alcanzable dentro de los
recintos educativos.
Para Fernández (1997), es necesario promover experiencias que hagan
crecer en los sujetos, y así en la sociedad, el campo de los derechos de la
persona. Ello implica un currículo radical y una confianza incondicional en las
personas. Este es uno de los objetivos de la Educación para la Paz.
Partiendo de los principios planteados en el Manifiesto 2000 de la UNESCO por una cultura de
paz, la educación en la actualidad busca contribuir a que todo ciudadano se comprometa
en la vida cotidiana, en la familia, en el trabajo, la comunidad, el país y la
región, lograr la cultura de paz, a través de:
·
Respeto por la vida y la dignidad de cada persona, sin discriminación ni
perjuicios; practicar la no violencia activa, rechazando la violencia en
todas sus formas: física, sexual, sicológica, económica y social, en particular
hacia los más débiles y vulnerables, como los niños y los adolescentes;
·
Compartir el tiempo y los recursos materiales, cultivando la generosidad a
fin de terminar con la exclusión, la injusticia y la opresión política y
económica;
·
Defender la libertad de expresión y la diversidad cultural, privilegiando siempre la
escucha y el diálogo, sin ceder al fanatismo, la maledicencia y el rechazo del
prójimo;
· Conservar el planeta, promoviendo
un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la
importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos
naturales; y
· Redescubrir
la solidaridad,
contribuyendo al desarrollo de la comunidad, propiciando la plena participación
de las mujeres y el respeto de los principios democráticos, con el fin de crear
juntos nuevas formas de solidaridad.
Por todo lo anterior, la filosofía de la
educación, una rama de la filosofía, constituye la disciplina fundamental que
da a todas las ciencias de la educación su verdadera significación, siendo indispensable incorporarla como un componente en el proceso formativo, pero visto más allá de una simple unidad curricular. La
filosofía tiene como tarea propia posibilitar una respuesta a interrogantes
como: ¿A quién se va a educar? ¿Cómo se va a educar? y ¿para qué se educa?,
estas preguntas consiguen su respuestas en la filosofía de la educación, de ahí
el importante papel que en nuestro acontecer académico y educativo ocupa.
Frente a la fragmentación de la trinidad
del ser humano (espíritu, alma y cuerpo), la filosofía tiene una tarea de
integración; invitando a las ciencias de la educación a hacer una síntesis de
sus adquisiciones, una actividad que no tiene fin y que siempre se debe
recomenzar.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Beauchamp, T.L., J.F. Childress. (1999): Principios de ética biomédica. Masson, Barcelona.
Delors,
Jacques. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la comisión
internacional sobre la educación para el siglo XXI.
Fernández, A.
(1997). Educando para la paz: Nuevas propuestas. Granada: Seminario de Estudios
sobre la Paz y
los Conflictos de la
Universidad de Granada. Erikson
Fullat, O. (1987).
Filosofía
de la educación: Concepto y límites. Educar (11), 5-15.
Rev. Dario
Silva- Silva. (2010). Video espíritu, alma y cuerpo.
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